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martes, 3 de junio de 2014

Lo intraducible no existe





El siguiente texto, ligeramente ampliado, es mi aportación al debate que ha tenido lugar estos días en Linkedin sobre un verbo japonés, que, según la mayoría de los traductores que han intervenido en el debate, es intraducible al castellano y a muchos otros idiomas. Este verbo significa 'morir por exceso de trabajo' o 'morir de tanto trabajar'. Intento mostrar que el concepto de 'intraducibilidad' tiene su origen en una concepción errónea e infantil por elemental de en qué consiste traducir. 


Pero, ¿qué idea tenemos de en qué consiste traducir? ¿traducir siempre una palabra por otra palabra, de tal modo que, si no existe una palabra en el idioma de llegada exacta para la palabra en el idioma de partida, no hay traducción? Este es el origen de las traducciones macarrónicas que se hacen del inglés, donde, por ejemplo, si no traducimos 'naif patient' por 'paciente naif' no hay traducción, ya que 'paciente que no ha sido tratado anteriormente con quimioterapia' no se considera una traducción. ¿Por qué no es una traducción traducir 'responder' por 'paciente que responde (o respondió, según al contexto) al tratamiento'? ¿Solo es traducción si lo traducimos por 'respondedor'? Vamos muy mal con esta concepción tan infantil de la traducción. Afortunadamente, se trata de un idea errónea que solo se aplica al par inglés-español, pero veo que ahora la queremos extender también al japonés. Si el verbo japonés X significa 'morir de tanto trabajar' (= 'morir por exceso de trabajo'), es esta justamente la traducción correcta. Entonces ¿por qué es intraducible? Si traduzco: "El Sr. Yamamoto falleció por exceso de trabajo, según certificaron los médicos que lo atendieron", ¿es esta una mala traducción? A mí me parece muy buena traducción. 

Lo intraducible no existe. Lo que existe es una concepción errónea (e infantil) de la traducción. concepción que no hemos visto nunca antes en la historia de la traducción, que es tanto como decir en la historia de la escritura, al menos entre los profesionales, y, si existe hoy, se debe a la función de Idioma Amo que desempeña el inglés. El hecho de que traduzcamos en circunstancias en las que el elemento dominante es la brutal interferencia del inglés en el español y en los demás idiomas de llegada hace que el traductor considere que solo hay traducción si se traduce cada palabra del inglés por una palabra española, y, cuando esto no es posible, se recurre sin miramiento alguno al calco descarado del inglés. El resultado es una traducción lamentable, pero no importa, porque se ha conseguido lo que se buscaba: una palabra del inglés = una palabra del español, y, de esta forma, la traducción se parece al inglés lo más posible, que es justamente el objetivo final. Podemos afirmar sin exageración alguna que actualmente, al menos en el ámbito de los lenguajes especializados, del inglés no se traduce: se copia, que es algo muy distinto.